𝐒𝐢𝐥𝐮𝐞𝐭𝐚.

La habitación estaba fría, al igual que las sábanas que rodeaban mi cuerpo. Me encontraba extrañamente pesado y con la poca fuerza que pude obtener, me levanté para observar todo mi entorno. No sabía dónde estaba. Podía ver la cama blanca en la que me encontraba, pero el cuarto se extendía tanto que la oscuridad se lo tragaba. No había final. Decidí levantarme y empezar a caminar con esperanzas de encontrar una salida o algún interruptor que lograse encender la luz o guiarme. Tan pronto como mis pies tocaron el suelo se helaron al instante, había una ligera capa de líquido viscoso en el suelo, aún así decidí seguir. No escuchaba nada, ni si quiera como palpitaba mi corazón a pesar de que a cada paso que daba este latía con más y más fuerza. Fue una terrible idea no haberme quedado entre las suave mantas y el colchón, me daban una falsa sensación de seguridad, quise volver pero al girarme ya no había nada. Continué mi camino pues otra cosa no podía hacer aún así no había que seguir, ninguna luz, ninguna pared, ninguna cómoda, ninguna ventana, ningún objeto, ningún alma. Mi cuerpo se sentía en el mismo lugar, como si hubiese estado caminando en el mismo sitio o en círculos durante horas, incluso días, pero poco podía saber si todo lo que me rodeaba era oscuridad. No podía ver más allá de mí, estaba descalzo y las prendas que llevaba parecían ser un peso para mi pues poco a poco iba agotando mis fuerzas. Tenía tanta hambre y sed que terminaría muerto. Deseaba que todo esto fuese un sueño pero mis pies dolían y mis ojos ardían, sentía dolor por lo cual era real. Sumido en la oscuridad me desplomé, este lugar desconocido estaba haciendo que mi cabeza diese mil vueltas. Sentí como gotas rodaban por mis mejillas y caer en mi regazo, me alivió sentir algo pero aún así seguía aquí. Seguí dando pasos torpes mientras lloraba hasta que la habitación se inundó de silencio ya que sentí algo, por fin, aunque hubiese rogado porque no fuese así. Aquello se encontraba detrás de mí y en el cuello podía sentir una suave respiración, no quise darme la vuelta, pero lo hice. La habitación al segundo se llenó de un fuerte olor que hizo que mi cuerpo se congelase y tapase mi nariz, aunque rápidamente lo olvidé por completo, pues las luces se encendieron y vi lo que era la silueta, esa que ahora se encontraba delante de mí. Mis piernas fallaron y me derrumbé, no quería mirarle así que dirigí mi vista hacia el suelo para encontrármelo teñido de un intenso color rojo aunque apagado a la vez, por instinto levanté la cabeza y vi el techo lleno de lo que parecían ser personas colgando de él. Ningún alma. Un grito desgarró mi garganta y rompí en llanto, sentía como mi corazón iba a estallar, mi cabeza dolía y mis manos temblaban, pero todo se detuvo después de una intensa explosión de emociones y lo último que logré ver fue a mi mismo.
Lleno de sudor frío volví a despertar en una habitación fría solo que esta vez era conocida, había sido un sueño, miré mis manos por instinto para encontrármelas pintadas de ese rojo carmesí, mis ojos se posaron en el espejo frente mi cama y ahora no me reconocía a mi, era la silueta. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

𝐂𝐚𝐧𝐭𝐨 𝐚 𝐈𝐧𝐚𝐧𝐧𝐚. 𝐄𝐧𝐡𝐞𝐝𝐮𝐚𝐧𝐧𝐚 + 𝐇𝐢𝐦𝐧𝐨 𝐚𝐥 𝐒𝐨𝐥. 𝐀𝐤𝐞𝐧𝐚𝐭𝐨́𝐧, 𝐀𝐦𝐞𝐧𝐨𝐩𝐡𝐢𝐬 𝐈𝐕 ☼

𝐏𝐞𝐭𝐫𝐚𝐫𝐜𝐚.

𝐄𝐧𝐭𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐜𝐫𝐞𝐚𝐭𝐢𝐯𝐚: 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐦𝐢𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐚𝐯𝐞𝐫𝐧𝐚.☆